viernes, 7 de junio de 2013

Redondeando la idea: cómo mejorar los óvalos de Lima

Los óvalos pueden encontrarse en muchos puntos de nuestra ciudad. Los hay tranquilos, caóticos, apacibles, desordenados. Algunos, como el Óvalo Higuereta, pueden ser la pesadilla de conductores novatos, o de extranjeros no acostumbrados a manejar por nuestras rotondas, pero que no tienen problema utilizando las de sus países de origen. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué tanto desorden aquí?

Es sencillo, podría decirse. Como podrá observar cualquier conductor limeño, hay muchos conflictos entre vehículos. Están aquellos que desean entrar a un óvalo, metiendo el carro a los que circulan en este; están los que desean salir, que meten carro a los que siguen circulando; o vice versa. En teoría, según el reglamento, "tiene prioridad de paso el vehículo que circula por [este] respecto al que intenta ingresar" pero claro, eso es solo en teoría; más acorde a la realidad es el simple "pasa el que mete carro". Y de la manera en que funcionan nuestras rotondas, esto es necesario.

En un mundo ideal, al querer salir uno de un óvalo, todos a la derecha deberían salir con uno simultáneamente, para no chocar con los que siguen girando que puedan estar del lado derecho; aquellos, a su vez, deberían mantenerse a su izquierda, seguir girando, y salir en grupito a la avenida de su elección de la misma manera. El resultado completo sería semejante a una espiral: trayectorias desde el centro hacia afuera. A veces puede observarse una aproximación a este comportamiento sincronizado, con las ocasionales ovejas negras de la derecha que quieren ir a la izquierda, o vice versa, cuando la presión grupal del conjunto va en dirección opuesta. Por supuesto, esto empeora cuando se mezcla con el tráfico que entra de otras avenidas, y no hay semáforo que regule turnos, como en el siguiente video (tendrán que disculparme por las vigas que decidieron atravesarse en mi toma al más vil estilo microbusero).



Con este video se puede argumentar que, sí, lo mejor es tener semáforos bien coordinados en los óvalos con grandes volúmenes de tráfico. (Que en aquel óvalo debería existir un by-pass o un túnel, bueno, probablemente sí, pero eso es tema aparte.) En efecto, en otros países como Inglaterra, o Estados Unidos, suele verse semáforos en las grandes rotondas. Pero el punto principal sobre el cual quiero llamar la atención no es el uso de semáforos, sino la forma de los carriles. Acá en Lima vemos que al centro hay una isla circular (usualmente con plantas, alguna estatua, y caminos por los que uno podría pasear tras esquivar a la muerte al tratar de llegar). Alrededor de esta, están los carriles, todos circulares; cada uno es un círculo concéntrico perfecto (cada uno dentro de otro(s)). Uno podría mantener el timón en cierta posición, quedarse dormido con el pie en el acelerador, y dar vueltas eternamente sobre el mismo camino sin salir nunca de un carril. Como ejemplo, el Óvalo Higuereta:

Círculos dentro de círculos... circuloception!

"Sí, eso ya sabía, ¿cuál es la novedad?" Paciencia, paciencia. Por supuesto, estos carriles circulares solo sirven para guiar a aquellos que circulan (heh) alrededor; a la hora de ingresar o tomar una salida, son irrelevantes; lo único relevante es atravesarse en estos y ver qué es lo que haga el grupo alrededor, la agresividad de los que están en 'curso de colisión', y qué tan caña sea uno.

Es aquí donde resulta curioso ver cómo funcionan muchos óvalos en otras partes del mundo. Esencialmente, es casi de la misma manera, pero en vez de estar atento al grupo alrededor para ver si uno tendrá que seguir la corriente o pelearse para llegar a donde quiere, uno solo tiene que escoger el carril adecuado, y seguir 'de frente' por este con la seguridad de que desembocará en el lugar a donde uno quiere ir. ¿Cómo? Veamos unos ejemplos. En primer lugar, van dos rotondas de Utrecht, en Holanda:



Puede ser difícil de notar, pero sigan con cuidado las líneas punteadas, y observen cómo se dirigen hacia una u otra vía, en relación a las flechas pintadas (definitivamente debe ser más sencillo de hacer desde el asiento del conductor). Para simplificarlo, veamos como ejemplo qué líneas debe tener en cuenta un conductor que va de norte a sur (en rojo), o de este a oeste (en azul) para guiarse:

De fácil visualización. Si se va a la izquierda, se toman en cuenta las otras líneas, por supuesto.
Se puede notar cómo los carriles ingresan y abandonan el óvalo, cómo se sobreponen, bifurcan y cruzan, para guiar los distintos flujos vehiculares desde diferentes direcciones, tal que se muevan de manera totalmente fluida y sin que existan conflictos (o 'cursos de colisión'). No hay círculos constantes donde dar vueltas eternas y nadie tiene que atravesarse a otro para ingresar o salir. Naturalmente, se utilizan semáforos (observen las líneas de parada) para que esto funcione y no haya caos.

"¡Pero en Lima no serviría; todos irían para cualquier lado desde cualquier lugar!" Bueno, esto no tiene por qué ser así si a la mayoría le resulta más conveniente solo seguir un camino trazado, con señalización adecuada y buen 'enforcement' por policías (o lo que está de moda: inspectores municipales). Más adelante veremos una solución más sencilla. Por ahora, observemos unos ejemplos más, fuera de Holanda, en que también se juega con los carriles.

A continuación, van dos ejemplos de Australia (las imágenes han sido invertidas para verse como si se manejara del lado derecho, para evitar confusiones):

Un ejemplo de Canberra, con los carriles saliendo como en una espiral

Un ejemplo de Melbourne (que puede servir de inspiración para arreglar el caótico óvalo de Arriola)

Finalmente, tenemos uno de Washington DC, el más parecido a nuestros óvalos de los mostrados:

Los carriles derechos salen como una espiral, pero también ingresan
En estos últimos ejemplos, los carriles no se entrecruzan tan visiblemente como en las imágenes de Utrecht (pues no hay rayas guiando a los vehículos que ingresan), pero sí hay flechas indicando la dirección a tomarse. Igualmente, se ve que los carriles salen o guían hacia las vías en vez de permanecer dando vueltas (la única excepción es el carril interno del ejemplo de Washington).

En los casos mostrados, salvando las diferencias, los conductores simplemente tienen que ubicarse en los carriles adecuados antes de ingresar (o al ingresar) a una rotonda, y estos deberían guiar a los distintos grupos de vehículos a sus respectivas salidas. Si esto se respeta y, además de esto, se tienen semáforos cuando hay alto tránsito, o se respeta la preferencia al ingresar en ubicaciones con bajo tránsito, los conflictos desaparecen: nadie tiene que atravesarse ni cerrar a nadie para salir a una vía o para seguir circulando hasta otra salida, ni para ingresar. Y si alguna 'oveja negra' se atraviesa, su falta es obvia: es más sencillo notarlo (y multarlo) como una excepción en un ambiente ordenado que en una situación caótica (queda tan claramente en falta como el micro que te cierra en una avenida o el taxista despistado que en un cruce gira a la derecha desde el extremo izquierdo).

Pero, ¿hay alguna manera sencilla de lograr que se cumpla con el uso de un óvalo rediseñado bajo estos estándares, sin que algunos payasos den la contra? Nuevamente, los holandeses nos proporcionan inspiración:


Se puede colocar pequeños sardineles, o tal vez, 'rompemuelles lineales' que no impidan el paso pero que sean suficientemente empinados como para golpear carrocerías al pasar por ellos. Esto no debería ser utilizado en exceso. Más adecuado sería ubicarlos, por ejemplo, para separar los espacios en que solo se debe seguir hacia adelante, de aquellos donde solo se debe voltear (para evitar que el tráfico que gira se acumule en otras partes del óvalo y bloquee a los que siguen de frente). Ciertamente, hacer eso es preferible a adoptar soluciones más radicales, como esta:
Óvalo Monitor, con un corte posmoderno para voltear a la izquierda o producir choques de película
Fuente: La República
Felicito a los técnicos municipales por arriesgarse a implementar soluciones creativas (sin sarcasmos), pero esta me parece inadecuada. Una línea recta es el camino más corto entre dos puntos; proporciona también el menor espacio para almacenar tráfico que espere para girar a la izquierda antes que este se rebalse al resto del óvalo. Si se quiere mayor distancia (ergo, mayor espacio), se debería seguir la curvatura del óvalo (por ese pedacito de pasto); y si se quiere separar estos nuevos carriles de giro de los demás, se puede utilizar un murito, proporcionando un espacio de entrada para Las Palmeras (la avenida de arriba), y pintando los demás carriles para que salgan recto hacia Javier Prado en vez de formar círculos en torno al centro.

Espero este (largo y tedioso) post haya sido de su agrado y comprensión. Hasta la próxima.

Jerick

2 comentarios:

  1. Sí, la idea sería aplicar sistemas de tránsito que funcionen en otros países, pero también es una cuestión de actitud, eliminar el sistema 'combi' que se ve en los peruanos no sólo en el tema de transporte, sino en la vida diaria también.

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    1. En efecto, ello también es importante. Para cambiar actitudes, se tiene que hacer campañas, y que las sanciones sean efectivas y frecuentes (algo que no debe ser muy complicado si hay voluntad política). Pero la infraestructura también debe promover que se cumplan las normas y que haya mayor fluidez y seguridad en el tránsito.
      Saludos.

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